No se acabó el mundo, o por lo menos no como se suponía, ni días de osucridad, ni jinetes a caballo, ni se abrió el cielo, ni cayeron rayos y centellas, entonces el 2012 terminó como terminan todos los años, con comida, alcohol y buenos deseos para este año.
Mi mundo particular tuvo un fin inesperado, un choque con mi realidad paralela intima y que tuve congelada por mucho tiempo.
7.1.13
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